El Festival de Otoño hermana definitivamente a Ibáñez, Hernández y Jaén

“La patria de todos es el canto, la voz y la palabra”. Esos versos de José A. Goytisolo fueron la primeras sentencias que se escucharon en el Infanta Leonor antes de la salida de Paco Ibáñez, que fue arropado por los aplausos de un público que llenó el teatro de la capital jienense para la actuación ‘Nos queda la palabra. Andaluces de Jaén’, incluida en el 23 Festival de Otoño de Jaén.

La cálida entrega de los asistentes se palpó desde los primeros instantes. Era una cita en cierto modo histórica. Era una actuación que quería ser devorada a cada instante. Paco Ibáñez fue consciente de ello desde el arranque de la misma, y enseguida se mostró cómplice con el público jienense. “Estoy contento de volver a Jaén y de cantar; y de que vosotros estéis contentos de que haya venido. ¿Hacemos un intercambio?”. Y esa negociación llegó a buen puerto, pues el escenario y el patio de butacas se convirtieron en un espacio teñido exclusivamente de agradables sensaciones.

Y es que la atmósfera era la propicia. Ibáñez se encontró de lleno con un público fiel que asistía al Teatro Infanta Leonor de Jaén con toda la intención de vivir con intensidad esta actuación incluida en el 23 Festival de Otoño que organiza el Ayuntamiento de Jaén, y programada con la colaboración del Consejo Social de la Universidad de Jaén. Sus ‘Andaluces de Jaén’ cobró más sentido que nunca, pues ese tema basado en el poema ‘Aceituneros’ de Miguel Hernández, que tantos éxitos le ha traído al artista desde que lo musicara allá por los años sesenta, se gestó durante la estancia del poeta en la capital. Por eso la noche se vivió como un acontecimiento que cerraba un círculo perfecto. Ibáñez, Hernández y Jaén se hermanaron definitivamente.

Ibáñez lleva varios meses recorriendo el país con su gira, pero la actuación de anoche se dibujaba especial y única para Jaén (de ahí que sumara ese ‘Andaluces de Jaén’ al nombre del proyecto). Una trayectoria de décadas con la palabra y la música como armas de combate ideológico se proyectaron en el teatro de la capital jienense, donde se devoraron temas que beben de muchos de nuestros poetas universales, con la música y la voz de quien los ha defendido a lo largo de una carrera larga y contrastada. .

Porque estos versos y la forma de entenderlos e interpretarlos de Ibáñez están más vigentes que nunca, pues como señala el propio artista en la declaración de intenciones de esta gira, “en tiempos de ignominia como ahora a escala planetaria, y cuando la crueldad se extiende por doquier fría y robotizada, nuestras palabras no pueden ser un adorno”.

Una parada singular

Numerosas ciudades han disfrutado de las distintas paradas de esta gira, aunque la de Jaén tenía que ser diferente, porque aquí nació el ‘Aceituneros’ del que mama el ‘Andaluces de Jaén’ que tanto y desde hace tanto ha abanderado el artista. Ibáñez se presentó muy bien arropado en lo musical –Mario Mas, Joxan Goikoetxea y Pep Pascual– y con su presencia y sabiduría hizo sentirse también protagonistas a los cientos de personas que no quisieron perderse la velada.

Con ‘La mala reputación’ de Georges Brassens volvieron los aplausos al auditorio, mientras los allí presentes acompañaban con sus voces al artista. No sería la única vez que el público entonase junto a Ibáñez sus canciones. Porque el repertorio de anoche está marcado en el imaginario de muchos de los asistentes, y al vivirlo junto a su creador la experiencia se hacía plena. Hubo también tiempo para Cernuda, del que el artista defendió la potencia de su poesía, y al que homenajeó con ‘Un español habla de su tierra’. No faltaron temas en gallego y euskera, y al respecto Ibáñez trasladó su desencanto con aquellos que no entienden “la riqueza de las lenguas, y la gran capacidad expresiva de un país que tiene cuatro idiomas”.

Tras el descanso se produjo uno de los momentos mágicos, con la interpretación de su célebre ‘Andaluces de Jaén’, que de manera suave, pero tremenda, se clavó en las almas de todos los asistentes. A partir de ahí el artista recorrió otros parajes, como los versos de Goytisolo, con temas como ‘Me lo decía mi abuelito’ o ‘Palabras para Julia’, que el público jienense volvió a cantar casi al completo para sorpresa de un Ibáñez que  aseveró: “¡Qué bonita voz tiene Jaén!”.

La actuación siguió atrapando al público entre comentarios y anécdotas, los aplausos cerrados a los versos musicados de Lorca y cerró por todo lo alto con esa arenga del inolvidable Alberti con la que Ibáñez invitó a todo los asistentes ‘A galopar’.

Y así galopó Jaén entre palabras y sueños. Los andaluces de Jaén se encontraron con el artista en toda su expresión, con el gran altavoz del Miguel Hernández que proyectó por el mundo el nombre de esta tierra y de sus gentes. Ibáñez, Hernández y Jaén sellaron un pacto irrompible. Y hubo testigos de ello.